Al despertar no estaba en mi pieza. Era un lugar desconocido, pero a la vez increíblemente familiar. Los colores de mi sueño se habían ido, y ahora llegaba a los de la vida real, porque finalmente, uno está vivo.
Me levanté haciendo caso omiso a las flores que me invitaban a quedarme ahí. Sentía el sonido de un río, el susurro de las hojas, y a lo lejos, música.
Sólo recuerdo que comencé a seguirla.
les temps sont durs pour les rêveurs
diciembre 03, 2009
septiembre 10, 2009
Soneto para una flor
Era un poeta con la cabeza más allá del cielo, que caminaba por los campos sembrando sueños. No tuvo miedo a convertirse en caballero. Y se olvidó de su destino, y se forjó un nuevo camino...
Y ahora está feliz, sin necesidad; olvidándose del tiempo, de la pena y de la edad. No está de más sufrir para ver la realidad. El poder de su ilusión es el motor a su verdad.
El flamante aventurero galopando en su altivo y fiel rocín. Por las tierras encantadas, donde no se ha de morir, cruzando el horizonte de un atardecer sin tí. Y una poderosa magia va creciendo en su volátil corazón. Una ardiente y fiera espada, y una uña de dragón, y en su rostro una princesa quien ejercerá su motivación.
Y así fue como el ingenioso y noble caballero se lanzó a enfrentar nuevas tierras. Nisiquiera su descomunal imaginación pudo vislumbrar lo que vendría, pues sería la magia de una tierna y dulce flor lo que transformaría su concepto de gloria... y amor. Y como las estrellas que flotan sobre todo el mar, el ingenioso caballero se lanza a la aventura, encomendándose a su única y mística doncella: la de sin par figura, la de blanca piel. Esa, la de ojos infinitos.
Y ahora está feliz, sin necesidad; olvidándose del tiempo, de la pena y de la edad. No está de más sufrir para ver la realidad. El poder de su ilusión es el motor a su verdad.
El flamante aventurero galopando en su altivo y fiel rocín. Por las tierras encantadas, donde no se ha de morir, cruzando el horizonte de un atardecer sin tí. Y una poderosa magia va creciendo en su volátil corazón. Una ardiente y fiera espada, y una uña de dragón, y en su rostro una princesa quien ejercerá su motivación.
Y así fue como el ingenioso y noble caballero se lanzó a enfrentar nuevas tierras. Nisiquiera su descomunal imaginación pudo vislumbrar lo que vendría, pues sería la magia de una tierna y dulce flor lo que transformaría su concepto de gloria... y amor. Y como las estrellas que flotan sobre todo el mar, el ingenioso caballero se lanza a la aventura, encomendándose a su única y mística doncella: la de sin par figura, la de blanca piel. Esa, la de ojos infinitos.
junio 29, 2009
Ella jugaba dominó todas las noches
Dicen que un día perdió una pieza y no pudo encontrarla.
Y desde entonces, ella juega cartas.
Y desde entonces, ella juega cartas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)