De Karla, con cariño, para Karla

Es estúpido escribirse a uno mismo, y más aun cuando realmente no te diriges a tí, sino a alguien más; en esos casos se vuelve estúpida la mera insinuación del hecho, porque hace que la otra persona se de cuenta de lo estúpido que estás siendo, si es que alguien más lo lee (y lo más probable es que no). A veces uno tiene un objetivo claro, algo que expresar o decirle a alguien y toma el camino fácil: escribirlo. Muchas veces he leído (en esas típicas cadenas Powerpoint que te llegan por internet) que es mucho más fácil decir las cosas por escrito que a la cara, pero tienen mucho más valor de la segunda manera. Tal vez por eso es que he decidido tantas veces escribirme a mí misma escribiéndole a alguien más, escribir interminables cartas a la soledad que nunca serán leídas más que por mis propios ojos, los que las vieron nacer. Estúpido. Tal vez las oculto al verdadero objeto de inspiración por miedo a que el hecho de escribirlas las haga carecer de valor, las vuelva vacías, sin sentido. Pero ¿cómo evitar que esto ocurra? ¿Cómo volver a darles ese valor que han tenido al salir de mi corazón, aunque sea para posarse sobre un interte papel? Preguntas demasiado complejas, Karla, por favor no intentes reponderlas. Millones de veces me he encontrado manteniendo discusiones con el espejo para convencerme de que no debo hablar sola ni menos escribirme a mi misma, pero nunca he conseguido autoncovencerme, ni menos aun cuando te encuentras en una de las situaciones de querer decirle algo a alguien, pero en el fondo no querer decírselo... Simplemente un deseo de ordenar las ideas y esperar que algún día esas palabras, ahora vacías, sean leídas.